Como consecuencia de la censura de Facebook a distintos blogs sobre cambio climático, entre ellos éste, un grupo de medios y personas han promovido esta declaración, que está siendo publicada hoy simultáneamente en todos ellos.
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Quienes suscriben este texto, un amplio grupo de científicos, filósofos, economistas, ingenieros y divulgadores de la crisis ecológica y la problemática de las crisis climática y energética, denunciamos la censura por parte de Facebook de narrativas con base científica comprobable pero no coincidentes con el discurso oficial que llega al gran público y a los profesionales.
La divulgadora científica británica Gaia Vince, que publica en Science, New Scientist y The Guardian ha visto su web censurado por Facebook.
En España, dicha censura se ha iniciado con el bloqueo por parte de Facebook a los enlaces al blog sobre cambio climático y temas relacionados “Usted no se lo Cree” de Ferran Puig Vilar, fundado en 2009 y premiado por la Fundación Biodiversidad, premio entregado en su día por la actual Ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera.
Desde por lo menos el pasado mes de agosto, cuando una persona usuaria desea enlazar a uno de estos blogs, Facebook le responde con distintos mensajes de alerta, según los cuales dichos sitios web no cumplen con sus normas comunitarias (community standards) o bien que realizan spam, lo cual es rotundamente falso. Esto causa un doble daño: por una parte se hurta el acceso a esa información; por otra, de manera sibilina se proyecta una velada acusación de falsedad: en definitiva, se acalla y se calumnia.
Afirmamos que el rigor científico y la honestidad intelectual caracterizan el trabajo de ambos autores de forma destacada y denunciamos este ataque a la libertad de expresión.
Las personas que suscribimos esta denuncia, muchas de ellas editoras de diferentes blogs y espacios de comunicación y divulgación en Internet (ver listado al final), compartimos las siguientes constataciones en relación con la crisis civilizatoria y existencial en curso:
- La gravedad del cambio climático es mucho mayor de lo que se suele afirmar en los medios de comunicación convencionales. Los acuerdos de París son manifiestamente insuficientes, e incluso contraproducentes.
- La crisis económica y social en ciernes es una consecuencia de la crisis ecológica y, en particular, de la ausencia de respuestas a la crisis energética que comenzó a mediados de la década pasada y se va a incrementar y profundizar próximamente de forma evidente y muy acelerada, según los mejores estudios científicos de los últimos años.
- Las consecuencias de la crisis ecológica, climática y energética son existenciales. El irreparable daño que estamos causando a los sistemas de soporte de la vida en la Tierra, y a la vida misma, se está revolviendo ya contra nosotros, y la crisis energética (a raíz del fin de la energía fósil abundante y la incapacidad de las llamadas energías ‘”renovables” para suplirla en usos y escala) impedirá la implementación de respuestas otrora tal vez viables.
- El actual paradigma socioeconómico de desarrollo industrial, caracterizado por su cortoplacismo e individualismo metodológico, resulta progresivamente disfuncional y es intrínsecamente incapaz de abordar estos problemas. En este marco, la consideración de la información como “producto” impide que estas cuestiones, consideradas incómodas o inadecuadas para el propósito empresarial, lleguen al gran público y puedan ser objeto de debate abierto.
- La tecnología es necesaria para facilitar ciertos procesos individuales y sociales, y para el progreso y la prosperidad de la Humanidad. Sin embargo, el discurso dominante que afirma que la tecnología es la única respuesta válida o viable a estos problemas es profundamente erróneo y altamente peligroso. No hay, ni presumiblemente habrá, tecnología avanzada que no requiera del concurso de la energía fósil, ni tampoco una mayor complejidad tecnológica sin un aumento de la energía neta y de la disponibilidad de los materiales que los sistemas requieren para su diseño, fabricación, funcionamiento y desmantelamiento. Y si, como estamos comprobando, la energía neta disminuye y distintos materiales escasean, no va a ser posible desarrollar a la escala que sería necesaria sistemas tecnológicos adecuados a tiempo de evitar o incluso amortiguar el daño.
- El paradigma cultural nos confina en una burbuja perceptiva intramuros que limita la consideración del daño ecológico y ético extramuros, pero el cerco se está estrechando a gran velocidad. La reciente pandemia nos está mostrando un ejemplo moderado de lo que está por venir.
Muchas de las personas abajo firmantes somos gente conocida y reconocida por nuestra actividad divulgativa de todos estos problemas de sostenibilidad. Compartimos niveles de formación y ocupación de alto o muy alto nivel y responsabilidad. No estamos especulando. Conocemos amplia y profundamente los fundamentos e implicaciones de las proposiciones que enunciamos, y sabemos que las conclusiones que dominan el discurso de la sociedad no están fundamentadas en la mejor ciencia disponible al no tener en consideración suficiente los límites físicos y sociales.
Aunque el momento preciso en que esta crisis multifactorial vaya a ser públicamente percibida como la auténtica emergencia global que constituye sea difícil de predecir con precisión, muchos creemos que nos encontramos ya inexorablemente inmersos en una crisis civilizatoria de origen cultural y moral sin precedentes en la historia de la humanidad.
En 2015, el manifiesto “Última llamada”, suscrito, entre otras personas, por políticos – algunos de ellos actualmente en cargos con responsabilidad de gobierno – afirmaba:
“Hoy se acumulan las noticias que indican que la vía del crecimiento es ya un genocidio a cámara lenta. El declive en la disponibilidad de energía barata, los escenarios catastróficos del cambio climático y las tensiones geopolíticas por los recursos muestran que las tendencias de progreso del pasado se están quebrando. Frente a este desafío no bastan los mantras cosméticos del desarrollo sostenible, ni la mera apuesta por tecnologías ecoeficientes, ni una supuesta “economía verde” que encubre la mercantilización generalizada de bienes naturales y servicios ecosistémicos”.
Quienes suscribimos esta declaración y denuncia compartimos este diagnóstico, pero albergamos respuestas diversas en relación con la forma de abordar los problemas y retos a los que nos enfrentamos. Sin embargo, un criterio que mantenemos en común es la imperiosa y urgente necesidad de un decrecimiento (material y energético) sistémico, ordenado, justo y
democrático, especialmente el de los países y los individuos con mayor poder adquisitivo, entre los que nos encontramos una parte mayoritaria de las personas del mundo “occidental”[1].
Son éstos los principales responsables del galopante deterioro de la situación y de la omisión de los magníficos riesgos que representa para el desarrollo humano y la vida presente y futura sobre el planeta, la mayoría de los cuales siguen sin tener presencia suficiente en los medios de comunicación.
Con toda probabilidad son nuestras posiciones y objeciones en contra del crecimiento económico perpetuo como pilar fundamental del desarrollo humano, sólidamente fundamentadas, las que motivan la censura de las expresiones libres que las describen con rigor. La omisión a la opinión pública de la situación y la problemática que describimos y denunciamos es precisamente la causa de que el decrecimiento y las propuestas de la economía ecológica aparezcan todavía como insuficientemente desarrolladas.
En consecuencia, como respuesta a este espurio y arbitrario comportamiento de Facebook y como medida de protesta y de presión, algunos de nosotros que aún manteníamos un perfil en esa red social vamos a cesar toda actividad en ella.
Como colectivo exigimos a Facebook que respete la libertad de expresión, y singularmente la de base científica, y que en todo caso restituya la integridad y el buen nombre de los blogs censurados.
Asimismo, demandamos a los poderes públicos y medios de comunicación que comiencen a otorgar a estas perspectivas la importancia y la relevancia cruciales que resultan acordes con la gravedad de la situación en la que nos encontramos.
[1] Alrededor del 10% de la población mundial es responsable de cerca del 50% de las emisiones de CO2