La representación del cambio climático en el cine, al igual que en el resto de medios de comunicación, está progresando con paso lento pero firme, y en los últimos años ha llegado a conquistar una cuota de pantalla difícil de prever cuando comenzaban las primeras negociaciones internacionales para la protección del clima.
Los medios de comunicación masivos, además de informar y entretener, tienen el compromiso y la responsabilidad de formar a la sociedad. En el caso del cine, si bien se ha convertido en una importante fuente de conocimiento sobre temas que resultan desconocidos para el grueso de la población, no deja de ser una actividad de ocio y, como tal, la actitud del espectador es diferente. Además, como señala Redondo en su estudio sobre la escenificación en los medios (2011:7-11), el relato cinematográfico responde a un proceso totalmente planificado, en el que participan, entre otros, un equipo de guión, un reparto y un montador con la intención de transmitir una idea de un modo determinado, por lo que requiere un proceso de interpretación por parte de la audiencia.
Por estas razones, su aparente inocencia ha sido puesta al servicio de la propaganda propia de los regímenes autoritarios desde sus inicios, lo que da cuenta de la eficacia del cine como herramienta comunicativa y generadora de conciencia social. Ahora bien, ¿qué uso se está haciendo del cine para transmitir el conocimiento científico sobre el cambio climático?
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El primer indicio a tener en cuenta es la aún escasa cuota de pantalla que ocupan las películas sobre el cambio climático. La muestra analizada en este estudio está compuesta por treinta títulos en un periodo que abarca dieciocho años (1995-2013), lo que depara una media de 1,6 títulos por año frente a los más de 500 estrenos anuales que se ponen en circulación de media en España, según datos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Las películas incluidas en el estudio presentan el cambio climático como eje central de su argumento o bien como escenario en el que se desarrolla la acción.
Se trata, por tanto, de un tema con una incidencia residual sobre el conjunto de obras exhibidas, pero en los últimos años asistimos a una tendencia creciente en la que el cambio climático –siempre utilizando una definición amplia del término, que recoja su presencia como escenario o como argumento de la película- no solo gana terreno en las carteleras, sino también en la repercusión de sus títulos, con grandes éxitos en taquilla como la saga de Ice Age o Lo imposible.
La acumulación de películas que abordan el tema del cambio climático denota un claro incremento del interés social sobre dicho problema, pero debemos recordar que el cine es una industria y, como tal, responde a intereses económicos e ideológicos. Este matiz adquiere especial relevancia si atendemos a la procedencia de cada película, ya que existen claras diferencias en cuanto a la política medioambiental adoptada por los diferentes países. Así, mientras Europa se sitúa a la vanguardia en materia de legislación y protección medioambiental, los países norteamericanos se han mostrado, hasta el momento, mucho más reticente a adoptar unos compromisos similares.
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Nos encontramos, pues, ante un material en el que en su gran mayoría (21 filmes estadounidenses, dos británicos y uno australiano), procede de contextos en los que la presencia de voces escépticas respecto a la existencia del cambio climático y a su carácter antropogénico es muy superior al espacio ocupado por la Unión Europea, algo que se presenta como una importante variable a tener en cuenta de cara al análisis del argumento fílmico. El peso dominante de la industria estadounidense en las salas de exhibición norteamericanas y europeas explica este desequilibrio en la muestra analizada, si bien no son proporciones especialmente diferentes a las que podemos encontrar si tomamos el conjunto de la producción cinematográfica como referencia.
No obstante, y frente a lo que cabría esperar a partir de la estructura geográfica de la muestra, hallamos en el cine una plataforma en la que las voces concienciadas y las que rechazan la existencia del cambio climático se reparten su presencia en pantalla de forma bien diferente. Así, sobre las 26 cintas que abordan el cambio climático como eje central de su acción, más del 60% de las mismas muestra el origen antropogénico como única causa del deterioro medioambiental, frente a un 35% que lo achaca a causas naturales.
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Visto así, parece evidente que el cine ha tomado partido en esta batalla dialéctica decantándose por señalar al ser humano como causante del problema, pero resulta aún más claro si se tiene en cuenta que las cintas referidas a las causas naturales aluden a factores exógenos (8%) o se ambientan en épocas anteriores al ser humano (11%).
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Como se puede apreciar visualmente predominan claramente las alusiones al factor humano como desencadenante del cambio climático, con un notable equilibrio entre la sobreexplotación de recursos (50%), la contaminación (42%) y la deforestación (38%). En el apartado correspondiente a agentes naturales su presencia no supera el 7% en ninguna de las opciones planteadas.
El relato cinematográfico explora, por tanto, las principales claves del problema del cambio climático, pero su espacio en la cartelera, aunque creciente, es todavía limitado.
REFERENCIAS
Redondo-García, Marta (2011). “Información televisiva y escenificación. La recreación ficcionada en el discurso audiovisual sensacionalista”, en Actas del III Congreso Internacional Latina de Comunicación Social. Disponible en: http://www.revistalatinacs.org/11SLCS/actas_2011_IIICILCS/007_Redondo.pdf
*Texto extraído de Vicente Mariño, Miguel y Vicente Torrico, David (2014). “Presencia y funciones del discurso científico en la cobertura informativa y cinematográfica del cambio climático”, Prisma social, 12, 120-152. Disponible en: http://www.isdfundacion.org/publicaciones/revista/numeros/12/secciones/tematica/t-04-discurso-cientifico.html.